El primero de junio fue el día mundial de la leche según la FAO, fecha que en el presente año coincidió con la creciente preocupación del gremio ganadero, ante las masivas importaciones de lácteos al país. Luis Fernando Salcedo, director de la Cámara Gremial de la Leche de Fedegan, denunció que durante los 2 primeros meses de este año entraron al país 8.547 toneladas de leche y sus derivados, cuando en 2011 en todo el año ingresaron 4.232 toneladas.
Para colmos también nos inundan con lacto sueros, asunto que reconoce el propio gobierno en cabeza de su Ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo: “me preocupa que en la negociación atolondrada del TLC con Estados Unidos no se decretaron contingentes para los lacto sueros. Van a entrar cantidades ilimitadas con cero arancel”.
Y no hay tal que debemos aceptar la ruina por no ser competitivos, o que solo se trata de persistir con abnegación y empeño como emprendedores ganaderos para derrotar las masivas importaciones. Es noticia que las cooperativas lácteas de la Costa Atlántica se están viendo obligadas a cerrar sus plantas de pulverización; ya fueron cerradas Ciledco y Coolechera en Barranquilla, Proleca en Cartagena y una en Valledupar, según el dirigente del gremio Ricardo Rosales porque “producir una tonelada de leche en polvo cuesta once millones de pesos, mientras que traerla de Mercosur cuesta ocho millones de pesos” y agregó: “así las cosas sale más barato importar que producir”. En esta lógica el país retrocederá drásticamente en su capacidad de autosuficiencia alimentaria.
No se entiende que ante tamañas inconveniencias de los TLC, los gobiernos de Uribe y Santos lo celebren como pasos hacia la prosperidad. La reconversión para ser competitivos no se vio por ningún lado; al contrario, el gobierno nacional no ha dado las garantías para que el sector progrese, no hay carreteras terciarias, ni suficiente electrificación, ni políticas de fomento ni de apoyo a las llamadas cadenas productivas. Es inconsecuente que el crédito oficial sea ofrecido por el gobierno para que los ganaderos abandonen esta industria y se dediquen a otra cosa; que siembren palma africana, caucho y otros productos, que no compitan con los productos alimenticios que masivamente nos importan, es la verdadera intensión de la política gubernamental.
Creer que con los TLCs la ganadería caqueteña tendrá una oportunidad de consolidación es un vil engaño de la propaganda oficial. Más nos vale hacer resistencia civil a la aplicación de estos tratados, y demandar del gobierno una política de defensa y apoyo a la producción agropecuaria nacional, si queremos ofrecer un futuro a nuestros hijos y nietos, y tener un país mejor.
Por: Alonso Orozco Gómez
Exdiputado del Polo Democrático Alternativo.